Alfonso X de Castilla
Alfonso X de Castilla, llamado el Sabio, fue rey de Castilla entre 1252 y 1284.
A la muerte de su padre, Fernando III el Santo, reanudó la ofensiva contra los musulmanes, y ocupó Jerez (1253), arrasó el puerto de Rabat, Salé (1260) y conquistó Cádiz (c. 1262). En 1264 tuvo que hacer frente a una importante revuelta de los mudéjares de Murcia y el valle del Guadalquivir. Como hijo de Beatriz de Suabia, aspiró al trono del Sacro Imperio Romano Germánico, proyecto al que dedicó más de la mitad de su reinado sin obtener éxito alguno. Los últimos años de su reinado fueron especialmente sombríos, debido al conflicto sucesorio provocado por la muerte prematura de su primogénito, Fernando de la Cerda, y la minoridad de sus hijos, lo que desembocó en la rebelión abierta del infante Sancho y gran parte de la nobleza y las ciudades del reino. Alfonso murió en Sevilla durante el transcurso de esta revuelta, no sin antes haber desheredado a su hijo Sancho.
Llevó a cabo una activa y beneficiosa política económica, reformando la moneda y la hacienda, concediendo numerosas ferias y reconociendo al Honrado Consejo de la Mesta.
También es reconocido por la obra literaria, científica, histórica y jurídica realizada por su escritorio real. Alfonso X patrocinó, supervisó y a menudo participó con su propia escritura y en colaboración con un conjunto de intelectuales latinos, hebreos e islámicos conocido comoEscuela de Traductores de Toledo, en la composición de una ingente obra literaria que inicia en buena medida la prosa en castellano.
Juan de Flores
Juan de Flores fue oriundo de Salamanca y formó parte de la alta nobleza. Probablemente fue hijo del también salmantino Fernando de Flores y estuvo vinculado a la Casa de Alba y a la de los Reyes Católicos, quienes tal vez lo nombraron consejero real en 1475 y, casi sin lugar a dudas, cronista real en mayo del año siguiente. En 1478 ejerció el cargo de rector de la Universidad de Salamanca. Es posible que su principal actividad haya sido la de Corregidor.
Su producción literaria posiblemente se concentró en la década de los setenta. De las obras, ciertas o probables, que se le atribuyen, dos han captado el mayor número de estudios: Grisel y Mirabella y Grimalte y Gradisa, que se inscriben en la denominada por Marcelino Menéndez y Pelayo novela sentimental.